Ámsterdam: mi primera parada en europa

Ámsterdam fue la puerta de entrada al continente europeo. Mi primera vez pisando territorio europeo, Después de dos días de viaje: ojeras hasta el suelo, pocas horas de sueño, y sin una ducha decente. Pero por fin… ¡Ámsterdam! La bienvenida en el aeropuerto fue menos cálida de lo que esperaba; me recibió el oficial de inmigración más estricto. Tras varias preguntas y un exhaustivo chequeo de la visa bajo lupa (ingresé con la Working Holiday Alemania), dudó de que la visa estampada en el pasaporte fuese real, aunque ese tipo de cosas no te las dicen, sin más explicaciones, nos toco esperar casi una hora en una oficina, hasta que confirmaron con Alemania la autenticidad de nuestras visas. Finalmente, con un suspiro de alivio, recogimos nuestras maletas y tomamos el metro hacia el centro, donde nos esperaba nuestro hostal, reservado con dos meses de anticipación... y si, siempre les digo que reserven su alojamiento con anticipación para acceder a mejores tarifas y regodearse.

Primeras impresiones de la ciudad

Llegamos al hostal, descansamos un poco y nos lanzamos a la calle para recorrer, recorrer… ¡y recorrer! Aunque esperábamos un clima más agradable, el viento frío de Ámsterdam nos acompañó todo el día (llegamos a mediados de mayo). Al principio, el frío nos sorprendió, pero no tardamos en acostumbrarnos; después de pasar un invierno en Alemania nos dimos cuenta que Ámsterdam no era tan frio, pero si ventoso. Así que, con bufandas y muchas ganas, empezamos nuestra aventura.

Probando sabores y explorando mercados

Antes de llegar, había investigado sobre los lugares imperdibles y, claro, ¡sobre qué comer! Uno de esos sitios especiales fue el mercado Albert Cuyp. Para mí, una parada obligada. Este mercado es el paraíso de la comida: quesos, frutos secos, stroopwafels, frutas, carnes, y platos de diferentes partes del mundo. Probamos el clásico stroopwafel (dos galletas de gofre rellenas de caramelo) bañado en chocolate belga; ¡un bocado y quedé enganchada! También compramos algunos quesos. Al principio, no pensábamos llevar nada, pero dos simpáticos vendedores nos convencieron entre risas y bromas, y terminamos comprando un set de tres quesos por 10 euros. Uno de ellos me miró de forma misteriosa y me dijo: “Volverás a Ámsterdam con dos hijas”. Entre risas, respondí: “¡No, gracias!”. ¿Un brujo o simplemente un excelente vendedor? ¡Lo que es seguro es que compramos el queso!. El vendedor de quesos no estaba tan equivocado después de todo, ya que dos años después me embaracé, y adivina que fue? niña.

Casa de Ana Frank: una experiencia conmovedora

La casa de Ana Frank fue otra de nuestras paradas. Recomiendo que si planeas visitarla, compres tu entradas con anticipación (nosotros las compramos dos meses antes en la página web). Este lugar es sobrecogedor: estar dentro de esa casa, recorrer sus habitaciones y ver los dibujos en las paredes me dejó sin palabras. Cada detalle te hace reflexionar sobre la libertad, la injusticia y lo frágil que puede ser la vida. Si puedes, lee el libro o vé la película antes de ir; realmente ayuda a comprender la profundidad de la experiencia.

Más rincones encantadores de Ámsterdam

También visitamos el famoso mercado de flores, un lugar perfecto para comprar souvenirs y bulbos de tulipán. Las tiendas de quesos abundan aquí, y entre degustación y degustación, casi puedes cenar sin darte cuenta (¡es una experiencia en sí misma!). Además, paseamos por la zona de las letras “I amsterdam”, el emblemático barrio rojo y, por supuesto, intentamos probar las legendarias galletas de la tienda Van Stapele Koekmakerij. Llegamos a la tienda alrededor de la 1 p.m., pero ¡ya estaban agotadas! Hornean más de 900 galletas de chocolate rellenas de chocolate blanco cada día y, según parece, vuelan antes del cierre. Definitivamente, una razón para regresar.

Con su historia, sabores y cultura, Ámsterdam nos ofreció una bienvenida única y cargada de emociones. Esta primera experiencia europea siempre tendrá un lugar especial en mi corazón, y estoy segura de que algún día volveré.

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